El nabo ya era consumido en la edad Media, y muy apreciado por griegos y romanos. Contiene gran cantidad de agua y fibra, por lo que es muy adecuado para incluir en dietas de adelgazamiento. La presencia de azufre que contiene, es muy adecuado para personas que padecen enfermedades degenerativas. Aporta vitamina C, por lo que tiene poder antioxidante. La nata que se añade a los nabos, contribuye a aportar grasas y calorías. También aporta una gran cantidad de vitamina A, que ayuda a la formación y mantenimiento de dientes sanos, y tejidos blandos y óseos, además de las membranas, las mucosas y la piel.